Ya podía instalar a esa diosa nórdica en mi visión del mundo.

Fría y pálida como una diosa nórdica, besó a su futuro esposo.

Ahí estaba, en mitad del escenario moviéndose como una diosa nórdica del erotismo.

Una diosa nórdica, rubia y bellísima, se deslizaba sin esfuerzo aparente sobre sus cuchillas.

Le recordaba a Saga, la diosa nórdica de la poesía.

Dijo que usted se parecía a una diosa nórdica.

Arrastraban el carruaje de la diosa nórdica del amor.

Una era negra, otra oriental y la tercera rubia y blanca como una diosa nórdica.

Así debía de ser Freya, la diosa nórdica.

Claire Rawley parecía una diosa nórdica, de rasgos angulosos y atractivos y un cuerpo bronceado, atlético y sensual.

Los científicos descubridores han bautizado a la isla Sif, llamada así por la diosa nórdica asociada con la tierra.

Freya es una diosa nórdica.

Ante mí se alzaba una diosa nórdica, muy diferente de la Lucy que había conocido hace apenas año y medio.

Al alzar la vista, me hallé bajo la frígida mirada de una diosa nórdica de unos veinticinco años con una silueta perfecta.

Freya, la hermosa diosa nórdica de la belleza y el amor, era hermana de Frey e hija de Njörd y Nerthus, o Skadi.

Un instante después decidió que no le importaba si aquello era posible o no, porque, en resumen de cuentas, aquella diosa nórdica no era Candacia.